Eres todo

No puedo verte, pero me dueles; tampoco tocarte, pero me quemas.

Se me hiela la piel cuando siento tu presencia en las noches más oscuras; esas en que, aunque haya luna llena, los ojos cansados no logran ver.

Eres un recuerdo enterrado que saca las manos y me hace estremecer; una sombra en la penumbra de mi habitación. A veces creo distinguir tu figura, pero te evaporas.

Eres presente en mis sueños y futuro en mi esperanza; pero eso nunca alcanza. Cierro los ojos y te persigo entre humo, un humo que a veces es blanco y me permite vislumbrarte y otras veces, las más crueles, es negro como la pérdida. Negro como el día que te fuiste; como el perfume que lo tiñó todo una mañana. Negro, como el paso de la infancia a la tristeza.

Fuiste, y eres, todo. Todo lo que necesitaba; lo que me calmaba; lo que daba sentido a la vida. Eras toda la luz que entraba en la casa y tu ausencia es toda la oscuridad que se arrincona en mi corazón. Eres recuerdo y eres olvido.

Y siempre serás el escalofrío que eriza mi piel los días de lluvia; y el calor de los primeros rayos de sol del verano. Serás todo. Siempre.