top of page

Querido tú

29 de enero de 2017

Querido tú:

Sé que hace mucho tiempo que no escribo nada dirigido a ti, pero la vida me ha golpeado duramente desde que no estás. Crecer no ha sido tan sencillo como esperaba y ha habido momentos en los que solo deseaba reencontrarme contigo. He soñado muchas veces con las palabras que te diría si pudiese y nunca he sido capaz de articularlas. Ha habido también noches en las que no encontraba más consuelo que hablarte, imaginando que me escuchabas.


Te he sentido cerca, muy cerca de mí, y aún te siento a mi lado. Te veo en el mar, en los barcos y en cada arruga en el rostro de un hombre. La brisa huele a ti, o tú hueles a brisa, ya no lo sé. Aún se me eriza la piel cuando recuerdo tu voz y sé que resulta extraño que casi trece años después pueda oírla tan claramente, tan nítido es el recuerdo que cuando sueño contigo me despierto temblando, con la efímera sensación de que estabas en la misma habitación que yo. Pensar que eres tú quien aviva esa voz en mi mente me ayuda a no perder más recuerdos. Tú, que tanto sabes de perder; que perdiste mi nombre y el de muchos otros; que tu vida se te escapó tan deprisa. Tú, que lo perdiste todo, sigues teniendo mi corazón en tus manos.


Nunca jamás he logrado hablar de ti sin un nudo en la garganta y soy consciente de que nunca escribiré sobre ti sin que las lágrimas acaricien mis mejillas, pero, quién sabe, quizá algún día sea tu mano la que cubra mis pecas.

No quiero repetirte que te añoro, porque cada segundo que paso respirando en tu ausencia es una tortura. He tardado en volver a enviarte mis palabras, desde que te pedí que cuidaras de ella. No dudo ni por un segundo de que hayas vuelto a ser el de antes, quizá seguías perdido sin saber muy bien dónde mirar, pero hace tiempo dejamos partir a tu guía. Gracias, por hacer que no fuera tan duro verla marcharse; por ser una vez más el consuelo en las noches. Gracias solamente por haber existido; por ser el capitán de mi alma, el faro que me guiaba.


Ahora que todo está en calma puedo contarte que estaremos bien. Ella, tu debilidad, estará bien. Procuro cuidar de ella tan bien como tú lo hacías y la amo tanto que no puedo describirlo. La amo, no solo porque lleva mi sangre o porque compartimos niñez y héroes; sino porque era tu tesoro más preciado y ahora el mío también. Sé que lo sabes, pero me gustaría mencionarte dos pequeños halos de luz que inundan nuestras vidas. Te veo en ellos también. Me veo a mí, a su edad, paseando contigo por la playa, mirándote desde mi lado del sofá y no les envidio en absoluto, porque no han tenido la fortuna de conocerte. Aunque haya sido poco el tiempo que disfruté de tu compañía, deberías saber que te quise de forma incondicional y, otra vez, gracias.


Gracias por enseñarme que el amor puede ser puro, sincero y silencioso. Gracias por dejarme quererte de esa forma, aunque no supieras quién era. Yo sabía quién eras tú y eso me bastaba para tener el corazón repleto de amor.

Qué mentirosa la memoria. Qué dura la enfermedad, la agonía, la despedida. Qué cruel el destino que me ofreció tus brazos para luego alejarte de mí. Pero qué irónico el amor, que cuanto más me faltas, más te amo.



Puede que en vida el olvido te ganara, pero ahora eres eterno. Prometo que siempre habrá cartas de amor para ti.



Últimos posts
bottom of page